SALUD | 24.03.2010
Científicos alemanes redescubren el poder de
las hierbas
Para muchos resultará sorprendente constatar el interés que está generando en la industria farmacéutica el estudio sistemático del poder sanador de las plantas, los minerales y ciertos tejidos animales tal y como es descrito en manuscritos medievales europeos. “¡Enhorabuena!”, dirán otros, alegando que ya era tiempo de darle el justo valor a una forma de erudición desestimada en el Viejo Continente desde antes de la Revolución Industrial.
Una coalición integrada por farmacólogos de la Charité de Berlín –el hospital universitario más grande de Europa–, investigadores de las universidades de Wurzburgo y Marburgo, y representantes del consorcio farmacéutico GlaxoSmithKline, se halla a la búsqueda de nuevas propiedades terapéuticas en materias vegetales, minerales y animales ya conocidas, pero su meta más sobresaliente es la de redescubrir plantas con potencial sanador que alguna vez se usaron en tierras europeas y luego cayeron en el olvido.
Defendiendo la medicina monasterial
“No sólo los habitantes de otros continentes tienen plantas sanadoras interesantes, ¡los europeos también las tenemos! Ellas siempre tuvieron su lugar en nuestras tradiciones y a ellas se les pueden dar usos que hoy son desconocidos. Esas aplicaciones son las que estamos por descubrir”, explica el Dr. Johannes G. Mayer, director del Grupo para la Investigación de la Medicina Monasterial en el Instituto para la Historia de la Medicina de la Universidad de Wurzburgo, en entrevista para Deutsche Welle.
Desde Wurzburgo, que ya cuenta con monumentos protegidos por la UNESCO, se postula la medicina monasterial europea para que sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.Hasta el siglo XIII, los monasterios eran las farmacias y los centros ambulatorios de la población europea; y allí era atendida no solamente la realeza. Las monjas y los monjes estaban entre los pocos que sabían leer y escribir, y acumularon volúmenes de sabiduría que ahora se lucha por recuperar. Según Mayer, ellos seguían y observaban el comportamiento de los animales, quienes parecen tener un olfato muy fino para las yerbas con propiedades medicinales. Pero el valor de esos conocimientos no evitó que cayeran en desuso.
El Medioevo renace en Wurzburgo
“Muchísimos monasterios fueron cerrados tras la Reforma Protestante y, más tarde, en la época de la secularización. Y a partir del siglo XIX, cuando la industria farmacéutica cobró fuerza, los químicos se dedicaron a trabajar exclusivamente con principios activos contenidos en las plantas e ingredientes activos sintéticos; las plantas eran consideradas como ‘remedios impuros’ porque contenían demasiados elementos indeseables para la fabricación de medicamentos”, cuenta el experto.
La investigación científica en torno a la medicina medieval echó raíces en Wurzburgo a principios de los años setenta, cuando el historiador Gundolf Keil –quien aparte de medicina también estudió filología clásica, con énfasis en latín y un gran interés por el Medioevo– llegó al Instituto para la Historia de la Medicina de su universidad y lo encaminó por la senda que lo convertiría en el centro más importante para el desarrollo de esta clase de estudios en Alemania.
Hasta el siglo XIII, los monasterios eran los centros ambulatorios de la población europea; y allí era atendida no solamente la realeza.Regresando a la naturaleza
“Keil vino a Wurzburgo y erigió la infraestructura necesaria para que el instituto estuviera armado hasta los dientes con toda clase de aparatos. Yo arribé en 1984 y, desde entonces, me he ocupado de que más de 500 manuscritos alusivos a la medicina medieval estén a disposición del equipo de este centro de investigación en todos los formatos, desde CDs y DVDs hasta microfilms”, agrega Mayer. Pocos años después, la inversión demostró con creces haber valido el esfuerzo.
En 1999, los laboratorios Abtei se acercaron al Instituto para la Historia de la Medicina de la Universidad de Wurzburgo con gran interés por saber si tras la noción de “medicina monasterial” había algo más que fe ciega en Dios o añejas supersticiones paganas; ambas instituciones se unieron para formar el Grupo para la Investigación de la Medicina Monasterial. “Es una alianza en donde la biología farmacéutica y la historia médica se unen”, dice Mayer.
Sabiduría tradicional y patentes
La física, escritora y activista del ecologismo india, Vandana Shiva, ha venido denunciando desde hace años las amenazas implícitas en los Acuerdos de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC), firmados en 1996. Según Shiva, el artículo 27.3 (b) de los acuerdos fue introducido prácticamente a la fuerza por los consorcios que sacan provecho mercantil directo de la privatización de la biodiversidad mundial patentando genes, semillas, plantas y animales.
¿No teme Mayer que un renacimiento de la medicina monasterial como el que él promueve pueda culminar con la incautación de las recetas a base de plantas por parte del estamento farmacéutico? “Eso no puede ocurrir en Alemania. Más bien tenemos el problema de que la mayoría de las compañías farmacéuticas muestran poco interés por plantas medicinales porque no pueden patentar sus hallazgos sin superar enormes dificultades o asumir demasiados riesgos”, contesta el investigador.
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad
Ahora hasta se habla de postular la medicina monasterial europea para que sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. “Tenemos un tesoro en nuestras manos, ¿por qué no convertirlo en un legado para toda de la humanidad? La medicina ayurvédica de la India y la medicina ancestral china ya son consideradas como tal, y Austria ha nominado a la medicina tradicional de su pueblo ante la UNESCO con las mismas intenciones”, señala Mayer.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editor: José Ospina Valencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario